jueves, 25 de noviembre de 2010

Caminando por los arroyos de Santa Marta

Hola culeros, hoy me tocó hacer algo que nunca pensé hacer en mi vida y fue caminar con pleno aguacero y con los arroyos de mi ciudad hasta mi casa. Sé que muchos al leer esto van a pensar “este tipo está loco”, pero créanme que esto me pasó y no se lo deseo a nadie.

Todo comenzó cuando tomé la buseta para llegar a mi casa porque ningún taxista quería llevarme, tomé la que iba para Los Almendros. En esa buseta también se montaron mis amigas y compañeras de la carrera Yiseth y Katherine y comenzó la buseta su recorrido. Al llegar casi que a la Avenida del Ferrocarril la buseta se vara. Todos los pasajeros comenzamos a preocuparnos porque quedamos justo en la mitad de la calle en plena inundación, solo podíamos esperar a que volviera a encender el motor, cosa que pasó transcurrido 5 minutos después.

Pasamos por la ciudadela dejando cerca de su casa a Yiseth para luego ir a toda marcha por la Avenida del Ferrocarril. Noté algo mientras íbamos en el camino y era que a la buseta no le funcionaba los limpiaparabrisas, lo que me tenía con algo de nervios porque el chofer no veía bien. Llegamos a un punto de la Avenida del Ferrocarril en que ya era imposible el paso, por lo que tocó bajarnos allí.

Katherine y a mí no nos quedaba más opción que caminar hasta nuestras respectivas casas. La acompañé hasta la calle 22 donde nos separamos y allí comenzaba mi verdadera odisea por llegar a mi casa. Por suerte llevaba un paraguas, así que no me mojaba mucho y solo me mojaría los pies. No tenía más opción que atravesar el arroyo. Las únicas cosas en las que tenía que pensar antes de atravesar el arroyo eran: donde estaban los huecos de la calle y donde estaba el boulevard.

El lugar perfecto para atravesar la calle era antes de la cebra ya que allí no hay huecos, pero quedaba la otra interrogante, donde estaba el boulevard. Este no se ve debido a que la inundación lo cubre. Pude guiarme gracias a un poste que está en la esquina y a una ola que mostro donde comenzaba y donde terminaba. Comencé a atravesar la calle mientras que el arroyo, la fuerza era tan grande que casi me caigo en más de una ocasión. Cuando logro llegar al boulevard me doy cuenta de que la fuerza de la corriente hizo que se rompiera parte de la sandalia, pero decidí seguir hasta que logré llegar al otro lado.

Ya del otro lado de la calle comencé a caminar por la Avenida de los Estudiantes para poder llegar a la Avenida del Libertador. En el camino encontraba gente que buscaba transporte para llegar a sus casas, pero no conseguían. En el camino me topé con un bus llenos de hinchas del Unión Magdalena que iba para el estadio, les pedí que me llevaran al estadio y allí comenzar a caminar hasta mi casa, pero por más que los hinchas le decían al chofer que se detuviera, este no quiso detenerse y siguió su camino.

Más adelante me toco atravesar otro arroyo, allí me encontré con unas estudiantes de enfermería, al parecer de la UCC y las ayudé a atravesar y las acompañé hasta la Avenida del libertador. Ya en esa calle solo tenía que buscar una buseta ya que estaba cansado de tanto atravesar por agua, pero todas pasaban con sobrecupo. En medio del camino comenzó un viento fuerte doblando mi paraguas, lo agarré de la punta para que no se doblara más. Llegué hasta las oficinas de Telmex faltándome escasas 4 calles de mi casa cuando comienza el viento huracanado rompiendo mi paraguas.

Ya sin manera de no mojarme la cabeza ni el maletín, no tuve más opción que correr con el viento huracanado en contra hasta mi casa. En menos de 15 segundos ya estaba totalmente mojado, pero quedaba la inundación final, la de la calle 11. Por suerte, las casas que dan a esta calle tienen los andenes altos por lo que pude correr sin problemas, salvo en las casas que tenían baldosas resbaladizas y en las calles. Después de correr por fin llegué a mi casa sano y salvo… y totalmente mojado. Ya dentro me quité la ropa y me bañé.

La verdad, fue una experiencia que nunca se me va a olvidar, pero es la cruda realidad que debemos enfrentar los habitantes de Santa Marta cuando llueve fuertemente. Y para los que no creen en mi historia, acá les muesto la sandalia que casi se rompe por pasar el arroyo de la calle 22:

De cosa la sandalia no se rompió y no se la llevó la corriente.

Espero que se hayan entretenido con esta historia.

Nos pillamos y cuídense.

2 comentarios:

  1. Vaya que te jugaste la vida en situacion tan peligrosa

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  2. anda..... "casi te derrites", "fue una experiencia que nunca se me va a olvidar" XD
    encantador de verdad!

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